Hace exactamente un mes estaba arriba de un micro semicama con
rumbo a San Carlos de Bariloche. Ese día empezaba uno de los mejores viajes que
pude haber tenido. El tan excitante, fastidioso, cansado e inolvidable viaje de
egresados.
También, hace más de un mes que no aparezco por acá. Que no escribo ni pego algún comentario o foto. No me preguntes, porque seguramente te conteste que debe ser producto de lo mismo. “Puta madre, como pasa el tiempo” diría mi vieja.
En otro momento, en este mes, hubiese hecho varias entradas, seguramente más de las que tengo. Quizá también, otro año lo mismo. Pero bueno, esto es como los cantantes o mismo los autores, cuando no hay inspiración, cuando no hay imaginación, cuando no hay dolor alguno, o simplemente un hecho especial, parece que por un tiempo carecemos de palabras, carecemos del poder de expresión y buscamos actividades que nos ayuden un poquito a poder encontrarnos de nuevo con aquellas letras que se fueron de viaje, que extrañamos y que andan por ahí. Mientras tanto vivimos, seguimos haciendo lo de cada cual, vamos al cine, nos juntamos a comer un asado el Domingo, tomamos mate, nos quedamos en la cama cuando llueve, reímos, lagrimeamos y también nos enfadamos. Pero de sentarnos a escribir, no hablamos. Al menos, esto me pasó a mí. Acá estoy, volviéndome a encontrar con algunas de las palabras que volvieron, intentando contar lo que por ahí, hubiese tenido ganas de contar mucho antes, pero como dije, no pude por “tal viaje”.
Hace exactamente un mes, me daba cuenta un poco de todo lo que había pasado. De lo que estaba pasando y quizá advertí lo que está por venir. Me encantaría, de verdad, poder contar cada detalle, cada momento, cada rincón, cada aroma, cada ruido, cada canción, cada lagrima y carcajada que formaron parte de este viaje. De verdad, no me alcanzarían las palabras. Por eso, seré egoísta y me guardaré ese recuerdo conmigo. Simplemente “no lloro porque paso, sonrio porque sucedió”
También, hace más de un mes que no aparezco por acá. Que no escribo ni pego algún comentario o foto. No me preguntes, porque seguramente te conteste que debe ser producto de lo mismo. “Puta madre, como pasa el tiempo” diría mi vieja.
En otro momento, en este mes, hubiese hecho varias entradas, seguramente más de las que tengo. Quizá también, otro año lo mismo. Pero bueno, esto es como los cantantes o mismo los autores, cuando no hay inspiración, cuando no hay imaginación, cuando no hay dolor alguno, o simplemente un hecho especial, parece que por un tiempo carecemos de palabras, carecemos del poder de expresión y buscamos actividades que nos ayuden un poquito a poder encontrarnos de nuevo con aquellas letras que se fueron de viaje, que extrañamos y que andan por ahí. Mientras tanto vivimos, seguimos haciendo lo de cada cual, vamos al cine, nos juntamos a comer un asado el Domingo, tomamos mate, nos quedamos en la cama cuando llueve, reímos, lagrimeamos y también nos enfadamos. Pero de sentarnos a escribir, no hablamos. Al menos, esto me pasó a mí. Acá estoy, volviéndome a encontrar con algunas de las palabras que volvieron, intentando contar lo que por ahí, hubiese tenido ganas de contar mucho antes, pero como dije, no pude por “tal viaje”.
Hace exactamente un mes, me daba cuenta un poco de todo lo que había pasado. De lo que estaba pasando y quizá advertí lo que está por venir. Me encantaría, de verdad, poder contar cada detalle, cada momento, cada rincón, cada aroma, cada ruido, cada canción, cada lagrima y carcajada que formaron parte de este viaje. De verdad, no me alcanzarían las palabras. Por eso, seré egoísta y me guardaré ese recuerdo conmigo. Simplemente “no lloro porque paso, sonrio porque sucedió”
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