Cuando el niño era niño, era tiempo de preguntas como: por qué yo soy yo y por qué no tú? Por qué estoy aquí y por qué no allí? Cuándo empezó el tiempo y dónde termina el espacio? Acaso la vida bajo el sol no es sólo un sueño? Acaso lo que veo, oigo y huelo no es sólo apariencia de un mundo ante el mundo? El mal existe de veras y acaso existen personas que son malas? Cómo puede ser que yo, el que soy no existiera antes de que yo fuera y que en algún momento, el que soy yo ahora ya no será el que yo soy.
“El peor sentimiento es no saber si esperar un poco más o rendirse”
Y así me encuentro hoy, que situación de mierda te digo. Así como también me contradigo, y te digo que no quiero dejarme atrapar por esto, por más frustrada que me sienta. No creo en los malos o buenos momentos. Creo en las experiencias más o menos dolorosas, que son necesarias de la vida. Que estos puntos de inflexión siempre nos sirven para algo, y de ello algo siempre se aprende. Por eso me refugio acá, para desplegar un abanico de sentimientos y de experiencias que voy teniendo. De las que trato de aprovechar y generar el impulso necesario para sacar lo mejor de mi. Creo que a veces necesitamos un giro de tuerca, para avanzar en el modo que creemos oportuno y que nos hace felices. No quiero temer a la tristeza, ni tampoco dejarme llevar por la amargura, no de modo devastador. No hay que temer al cambio, ni a los recuerdos. Hoy, tacho un día más, elijo seguir luchando. Tarde o temprano la vida te hará dar cuenta que es lo que merece la pena o no…
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