Me gusta pensar que en
el mundo habitan más buenas personas que malas. Tal vez me equivoque y las
estadísticas digan lo contrario. Pero qué más da, yo no hago estadísticas y a
mí me gusta pensar que las buenas personas son multitud. A veces, como
argentina se me hace difícil porque nosotros estamos acostumbrados a mirar al
otro con cierta prudencia, desconfianza y porque prejuzgar ya es deporte (me
incluyo, obvio). Quizás, a causa de los hechos de inseguridad que vivimos a diario,
de la agresividad con la que afrontamos cualquier situación y la falta de
tolerancia hacia el otro. Quizás, porque nos cansamos de que nos tomen de
tontos. Nos acostumbramos a dudar de todo, de todos. Y no digo que este mal
dudar, pero llegamos al punto de pensarnos
mal, lo que lleva a creer que el otro es malo, no importa la situación que
sea y que algo malo nos viene a hacer. Sin embargo, hace poco alguien me dijo: “A
veces los buenos no son tan buenos y los malos no son tan malos”. Estoy de
acuerdo. Por eso, para mí es un ejercicio diario no pensar que el otro es un
hijo del diablo y no de dios.
Creer mucho en las energías me sigue demostrando
que uno cuando vibra genuinamente te acerca cada vez más a las buenas personas
y repele otras. Que cuando menos te lo esperes, alguien cerca puede aparecer
para darte una mano. Y eso a veces me ayuda mucho encarar la vida de otra
manera.
Hace poco choque con el
auto sobre una cuneta/fosa en el lugar más hostil de zona sur diría yo. Eran
eso de las 22.30 y estaba con dos amigas yendo a un cumpleaños a unas dos
cuadras del lugar del choque. Desesperada con los nervios que me superaban, con
un cagazo nivel dios sin saber qué hacer. Me sentía responsable porque llevaba
a dos personas, porque era el auto de mi vieja y no sabía si lo había hecho
mierda o no; y porque la situación requería
que fuera responsable y no lo estaba sintiendo, qué se yo. Estábamos literal en
el medio de la nada, no había nadie y la calle era de tierra. Sí, en la ciudad también
tenemos calles de tierra. A todo esto, con las chicas producidas y re mil
empilchadas. Vos lo pensas, imaginate yo. Claro, pensé lo peor.
Bueno llamando a mi madre porque a alguien tenía que llamar. Al pedo, porque
estaba a media hora del lugar y yo no quería pasar ni medio minuto más ahí. De
repente, mientras le estoy explicando que no pedí ningún dato porque no había
chocado contra NADIE, que creía que no iba a poder salir nunca más y que ante
la desesperación pensaba dejarlo ahí e irme; se hizo la luz y aparece un auto
en el que iba un hombre y su hijo. “¿Necesitan ayuda?”. Y por un momento me volvió
el alma al cuerpo. Me sacaron el auto que estaba colgando e intentaron volver a
colocar el paragolpes que era el perjudicado del caso. Yo seguía nerviosa: “mi
mama me mata, mi mama me mata, mi mama me mata”. Hasta que el señor me
interrumpe: “Che tranquila ¿No ves que no les paso nada? Eso es lo que
realmente importa”. ¡¡Que tarada!! Cuánta razón tenía.
Al final, al paragolpes no pudieron volverlo a su lugar
pero ya iban al rescate por nosotras. El hombre y su hijo se aseguraron de eso
y se fueron. Alcance a agradecerles y pronto nos vinieron a buscar los padres
de la cumpleañera.
Mi conclusión es, cuando
menos lo imagines siempre hay cerca una persona para darte una mano y aunque a
muchos les cueste notarlo, hay gente buena dispuesta a hacer algo por alguien. No
sé su nombre, no sé a dónde iba a esa hora y por esa calle, no sé si estaba
yendo o volviendo, no sé dónde vive, a qué se dedica, no sé si es buen padre, buen marido o buena persona, realmente no sé. No sé por qué situación está pasando, no sé quién es pero quiero decirle
GRACIAS. Y en estos tiempos que vivimos, para mí eso fue una bendición, un
regalo que me envió Dios. Hacia un segundo me encontraba sola sintiendo miedo y
pensando cómo iba a resolver esa situación cuando se apareció él en
mi camino.
Confiemos, no está todo perdido...
Ay amiga, diras que soy una boluda pero me emocionó leer esto, se me pusieron los ojos llorosos. Yo soy de esa pequeña porción que cree que todavía podemos salvarnos entre nosotros, que mientras existan personas como ese hombre, como vos y como todas tantas otras sin nombre y apellido que van por la vida poniendose en el lugar del otro, todavía estamos a tiempo. Al final lo que mueve al mundo es al amor. Que triste que nos lo hayan robado así, que triste que nos infundan el miedo y la desconfianza desde que somos chiquititos, pero que bueno que estemos dispuestas a romper esas barreras y a demostrarle al mundo que podemos ser de otra manera. Hay una frase que seguro recordaras de los años de misión, y que me gustaría volver a regalartela: “A veces sentimos que lo que hacemos es tan solo una gota en el mar, pero el mar sería menos si le faltara una gota”. Qué lindo encontrarnos en este mar. Te amo <3
ResponderEliminarTe entiendo porque mientras lo escribía me paso lo mismo. Lo creo y lo voy a seguir creyendo porque mientras siga con vida voy a seguir eligiendo ese camino de la vida y recordarme en los momentos que me agarren dudas que siempre hay alguien dispuesto a hacer algo por alguien. Y el resto, lo dijiste. Que lindo compartir mi vida con vos y haber vivido una experiencia tan linda como la mision. Gracias por refrescarme esa frase tan acertada y enseñarme a ser mejor. Te amo amiga mia!
Eliminar