Lo curioso de todo ésto es que es una situación totalmente contradictoria. Eres la persona a la que digo que quiero echar de mi vida, pero a la vez eres la única persona que me hace sentir que valgo algo últimamente. La única persona que de verdad me demuestra día a día que quiere saber cómo me ha ido el día y que quiere escuchar mis problemas y mis cosas divertidas. La única persona que me ha llamado ésta semana. Y éso debería valer. La gente está muy ocupada con su vida. Y tú, tú también estás ocupado pero aún así te encanta buscar huecos para mí. Te esfuerzas por conocerme aunque yo no te deje. De alguna manera, aunque me muestre distante, te necesito. Y éso, se supone, que debería bastar. Egoístamente hablando, claro.
“El peor sentimiento es no saber si esperar un poco más o rendirse”
Y así me encuentro hoy, que situación de mierda te digo. Así como también me contradigo, y te digo que no quiero dejarme atrapar por esto, por más frustrada que me sienta. No creo en los malos o buenos momentos. Creo en las experiencias más o menos dolorosas, que son necesarias de la vida. Que estos puntos de inflexión siempre nos sirven para algo, y de ello algo siempre se aprende. Por eso me refugio acá, para desplegar un abanico de sentimientos y de experiencias que voy teniendo. De las que trato de aprovechar y generar el impulso necesario para sacar lo mejor de mi. Creo que a veces necesitamos un giro de tuerca, para avanzar en el modo que creemos oportuno y que nos hace felices. No quiero temer a la tristeza, ni tampoco dejarme llevar por la amargura, no de modo devastador. No hay que temer al cambio, ni a los recuerdos. Hoy, tacho un día más, elijo seguir luchando. Tarde o temprano la vida te hará dar cuenta que es lo que merece la pena o no…
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