Lo curioso de todo ésto es que es una situación totalmente contradictoria. Eres la persona a la que digo que quiero echar de mi vida, pero a la vez eres la única persona que me hace sentir que valgo algo últimamente. La única persona que de verdad me demuestra día a día que quiere saber cómo me ha ido el día y que quiere escuchar mis problemas y mis cosas divertidas. La única persona que me ha llamado ésta semana. Y éso debería valer. La gente está muy ocupada con su vida. Y tú, tú también estás ocupado pero aún así te encanta buscar huecos para mí. Te esfuerzas por conocerme aunque yo no te deje. De alguna manera, aunque me muestre distante, te necesito. Y éso, se supone, que debería bastar. Egoístamente hablando, claro.

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