“A veces no sabes lo que buscas hasta que lo encuentras”


Esperé unos días para escribir acá, lo que viví en mi experiencia como misionera. No fue sin querer, sino todo lo contrario. Quería llegar, pensar y dejar pasar al menos unos días para acomodar e identificar todas esas sensaciones que me siguieron desde Añatuya hasta Buenos Aires, y que todavía siguen conmigo.
Para empezar, fue una semana increíble. No tiene otra calificación. El primer día fue difícil, era una escena que nunca había presenciado, que nunca la había visto. Por suerte me adapté enseguida y eso creo que me llevó a disfrutar aun más esta misión. Sinceramente, conocí algo nuevo, diferente y como dije una vez, otra realidad. Esa realidad que muchos no acostumbran a ver, que definitivamente ni se imaginan que existe o mucho peor, no la quieren ver.
Conocí a gente con un gran corazón, que me enseñaron muchas cosas en tan poco tiempo. Aprendí que no importa lo que tengas, que ser buena persona pasa por otro lado. Me di cuenta que 600 km no interesan, si lo importante es ayudar al otro. Que con más razón, a “el hacer el bien” no le importa las distancias. También, los pequeños changuitos me demostraron que 4 horas bastaban para sacarles una sonrisa. Que tampoco importaba cuanto tiempo estemos, que a veces una tarde con los misioneros era el mejor regalo que recibían en todo el año.
Creo que para todos mis compañeros de esta misión fue igual, pero hoy hablo por mi parte. Fue una semana en donde trabajamos mucho, donde descansábamos poco, donde el calor nos mataba, pero donde en ningún momento dejamos de sonreír.
Bueno en este breve relato, les quiero agradecer por último, a todas las personas que nos acompañaron para que esto salga de la mejor manera, nos apoyaron cuando más lo necesitábamos, nos ayudaron y creyeron en nosotros para realizar la misión. Es algo que no me voy a olvidar nunca, me enseñaron de todo, me destaparon la cabeza para que pueda de ahora en adelante tomar decisiones reflexivas y razonadas, me abrieron los ojos para poder ver lo que no veo, para ver mejor lo que pasa por mi vida. Gracias a todos los grandes y niños que conocí, que quizá de alguno ya no me acuerde, pero sé que ellos no me van a olvidar.
Tenía más cosas para decir, pero me olvide. Puedo quedarme días escribiendo mucho más, pero mejor me las guardo para mí. Suena egoísta, pero algún día me van a entender.

Comentarios

Entradas populares de este blog

“El peor sentimiento es no saber si esperar un poco más o rendirse”

Yo se que a veces gano cuando pierdo.