Pasó Enero y acá estoy, después
de un mes de vacaciones en la costa. Cuanto tiempo y cuantas cosas por contar,
recordar, olvidar y guardar. En primer lugar, fue un comienzo de año
sorprendente. Digo sorprendente, por cómo me sorprendió todo lo que paso en
este primer mes. Con algunos feos momentos y con otros muy buenos. En segundo
lugar, fue mi primer verano con amigas y la verdad que lo disfrute mucho. Dicen
que cuando uno termina el colegio, atraviesa una puerta donde automáticamente las
personas vienen a vos como uno a ellas, y a conocer gente nueva que sin darte
cuenta te ayuda a encarar esta instancia, que te va madurando de a poco y te
prepara para lo que se viene, que como decimos todos, es la vida.
Me encantaría pedirles a mis amigas, en este paréntesis que hago, que no
me olviden, que aunque no sepa ahora bien que es lo que nos tiene preparado la
vida para cada una ni lo que será de cada una de ahora en mas, que se pregunten
siempre porque fue que nos unió, que espero que no sea para separarnos sino
para que nos mantengamos, como lo venimos haciendo desde los tres años. Y que
les agradezco por hacerme vivir grandes momentos que si no hubieran estado
presente no hubiesen sido lo mismo. Por último, que sepan que esté donde esté,
van a estar conmigo como yo con ellas.
Retomando con mí historia
de las vacaciones, tengo tanto por contar que siempre digo y termino haciendo
lo mismo, es decir, siendo un poco egoísta y guardarme lo mejor para mí. Viví
unos 31 días increíbles, conocí todo tipo de gente pero específicamente
personas del interior. Recuerdo que uno de mis tweets de Enero fue el
siguiente: “Que bien me hace conocer gente del interior”. Me di cuenta que era así
cuando los conocí a los jujeños o cuando conocí a los tucumanos, y a los
mendocinos. Es tan gustoso descubrir diferentes costumbres y hábitos, hasta
expresiones y prácticas que existe dentro de una misma nación que te hacen crecer
socialmente. Pero también cuando tuve la oportunidad de conocerte, me di cuenta
lo bien que me hacia conocer gente de afuera. Jamás pensé que me iba a pasar
algo así, que iba a sentir algo así. Cuando alguien me pregunta o me animo a
contar, digo que fue especial. Creo que es la única palabra o al menos la única
que encaja para describirlo. Y con esto cierro esta entrada: “Cuando una
caricia, por mínima que sea, nos hace temblar de pies a cabeza; cuando eso pasa,
estamos dispuestos a hacer cualquier cosa… sin pensar en las consecuencias.”
Comentarios
Publicar un comentario