[De
repente todo se vuelve tan simple que asusta. Perdemos las necesidades, se
reduce el equipaje. Las opiniones de los demás, son realmente de los demás,
incluso si son sobre nosotros; no importa. Abandonamos las certezas porque ya
no estamos seguro de nada. Y no nos hace falta. Vivimos de acuerdo a lo que
sentimos. Dejamos de juzgar, porque ya no hay bien o mal, sino mas bien la vida
que eligió cada uno. Finalmente entendemos que todo lo que importa es tener paz
y tranquilidad, es vivir sin miedo, es hacer lo que alegra el corazón en ese
momento. Y nada mas. Cuando descubrimos todo eso es cuando llega la satisfacción
plena aunque breve. La verdadera felicidad.]
“El peor sentimiento es no saber si esperar un poco más o rendirse”
Y así me encuentro hoy, que situación de mierda te digo. Así como también me contradigo, y te digo que no quiero dejarme atrapar por esto, por más frustrada que me sienta. No creo en los malos o buenos momentos. Creo en las experiencias más o menos dolorosas, que son necesarias de la vida. Que estos puntos de inflexión siempre nos sirven para algo, y de ello algo siempre se aprende. Por eso me refugio acá, para desplegar un abanico de sentimientos y de experiencias que voy teniendo. De las que trato de aprovechar y generar el impulso necesario para sacar lo mejor de mi. Creo que a veces necesitamos un giro de tuerca, para avanzar en el modo que creemos oportuno y que nos hace felices. No quiero temer a la tristeza, ni tampoco dejarme llevar por la amargura, no de modo devastador. No hay que temer al cambio, ni a los recuerdos. Hoy, tacho un día más, elijo seguir luchando. Tarde o temprano la vida te hará dar cuenta que es lo que merece la pena o no…
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