@alejandraremon

Y aquí existimos en el mundo real. En el mundo real en el que la gente sufre y conoce el dolor. En el mundo real donde los miedos nos azotan y el compromiso brilla por su ausencia. En el mundo real donde las mentiras están a la orden del día y la gente miente y aparenta ser lo que no es. En el mundo real donde la frustración incrementa a cada paso y a cada decisión. Aquí, donde la gente se enamora y se desenamora a golpe de segundero, donde el orgullo contempla demasiadas reacciones y la tristeza abruma. En esa burbuja de ansiedades y desdichas, aquí donde la mediocridad se contempla como una buena baza y el éxito se confunde con la fuerza. En este punto tan confuso, donde los jóvenes vagamos descarriados atormentados por la desdicha y la arrogancia. En este mundo real donde todos somos iguales y da igual de dónde venimos o a donde vamos, porque todos estamos compuestos por sueños inacabados. Aquí estamos con los ojos bien abiertos, atentos a cada movimiento inconstante que creemos ver como una salida, aferrados a un clavo ardiendo, que no es nada, que no existe más allá de nuestros ojos o nuestros pensamientos. Dejándonos arrollar por el primer insolente que se cruza por el camino, por el único insensato que maneja lo poco que nos queda como si se tratara de los restos de las sobras de algo que nunca ha probado. Aquí, callados, hirviendo la sangre, conteniendo las ganas de chillar, no vaya a ser que nos despojen de las pocas fuerzas que tenemos. No vaya a ser que nos quiten la humildad y el buen hacer de aquel que es sincero y que se muestra…

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