Nuevo mes. Me sorprende la velocidad con la que se me pasa la vida. Que no es más que la velocidad de la misma. Distinta de la palabra rapidez. En mi deseo de organización mi interior es un quilombo. Todos los días para mi “es el día” y después termino arruinándolo. Por eso, vine acá como último recurso, como si plasmarlo me condicionara de alguna forma (ojala que si), y de una vez por todas dejo de cagarla.
Necesito de una inyección de alto-estima, porque la mía perdió el control. Necesito de algo extra, ajeno, distinto, externo a mi para volver al eje en el que estaba y en el que estuve siempre. Porque siempre lo supe resolver rápido, o al menos no me tenía tan mal como ahora. Sé que va a pasar, sé que todo pasa, se que lo bueno me espera adelante porque sigo manteniendo mis lemas. El problema es de qué manera va a pasar, porque nunca fui de preguntarme eso y creo que es porque ahora siento cierto miedo, que desconozco pero que algo en mi teme.
Hago un punto aparte porque tenía la necesidad de expresar algo que tenía bien adentro hace un tiempo y que de alguna manera, tarde o no, lo empuje hacia afuera.
Y retomando: “necesito de algo extra, ajeno, distinto, externo a mí”. Se que vos me vas a ayudar a volver a mi camino. Y en esa vuelta, te vas a convertir en el compañero de ruta que cualquier explorador necesita. Porque ya, ahora, marcaste un antes y un después.

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