Aunque
recule,
me
esconda,
no hable
y vaya,
alguna
que otra vez,
hacia atrás,
tengo la
mano en las marchas.
Y si me
atrevo,
soy capaz
de poner quinta
hasta
llegar a tus bordes.
Tal vez derrape
con tu
indiferencia,
por eso
voy aferrada al cinturón,
sin preguntarte
sin
querer saber del todo,
si tu
serias capaz
de
estrellarte conmigo.
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