Reivindico
Reivindico
la honestidad de las personas, la naturalidad, la expresión verdadera de los
sentimientos y emociones. Reivindico los abrazos no dados y las llamadas no
recibidas. Reivindico las amistades verdaderas, lejos de engaños y de dobles
tintas. Reivindico las risas robadas y el amargor de las despedidas, que me lo
traigan de vuelta, porque la bilis es mía. Reivindico la locura temporal de las
noches de verano y de invierno, los paseos a deshoras, las manchas de helado
sobre la comisura de los labios y las ganas de empotrar contra la pared. Reivindico
el arte y la risa, las cosas a tiempo, lo verdadero, lo que sale, lo que se
muestra y perdura. Reivindico SER UNO MISMO SIEMPRE, dejarse llevar y empaparse
las ganas con sueños que a veces se cumplen incluso aunque no los esperes.
Reivindico la buena música, los conciertos, las canciones en la ducha y el
sentimiento de libertad, todas esas cosas que me guardo y que enumero y que
luego quedan olvidadas en algún lugar de la estantería. Reivindico mi
paciencia, lo célebre, la gente que te folla la mente y que se queda, lo
auténtico, lo sano, lo que surge y enreda y se disfruta, incluso se sufre.
Reivindico una historia para mí, a mí medida y altura, a mi desvelo y mi sueño,
en exclusiva, sólo para mí. Reivindico la visceralidad, el qué, cómo, cuando y
por qué, lo insensato, lo deforme, lo consciente y lo inconsciente también.
Reivindico
mis sombras, mis luces, mis miedos… y una historia insolente que poder
disfrutar de verdad, desde el principio hasta el final.
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